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Actualmente, la seguridad es uno de los factores determinantes en la proyección de espacios públicos. Arquitectos, ingenieros y diseñadores siguen varias pautas de seguridad que están determinadas no sólo por reglamentos gubernamentales sino también por simple ética de trabajo. Dentro de este ámbito se encuentran los tejidos y sus propiedades para enfrentar eventuales incendios. Los tejidos inflamables pueden contribuir a alimentar las llamas, y también a generar humo tóxico que impide la visibilidad y afecta la respiración. El humo es, en efecto, uno de los factores más peligrosos durante un incendio, resultando a veces incluso más letal que el mismo fuego.

En líneas generales, los tejidos naturales son poco inflamables, mientras que los tejidos sintéticos o artificiales suelen tener un alto grado de inflamabilidad y de generación de humos tóxicos. La mayoría de los tejidos que se utilizan en la decoración pueden ser tratados para que pierdan sus características inflamables. El término “ignífugo” significa “que protege contra el fuego”. Sin embargo, a pesar de que se conocen con ese término, la mayoría de los tejidos ignífugos en general lo que hacen es retardar el efecto del fuego de distintas maneras, ya sea obstaculizando la difusión de las llamas o entrando en combustión a temperaturas más elevadas que otros materiales.

Algunos tejidos poseen ya de por sí propiedades ignífugas gracias a su estructura química y composición interna. Otros en cambio son tejidos originalmente inflamables que se someten a tratamientos especiales para aumentar su resistencia al fuego. Generalmente estos tratamientos consisten en agregar sustancias que al ser expuestas a las llamas vitrifican el tejido, evitando la propagación de las mismas. Algunas de estas sustancias pueden ayudar a disminuir la intensidad del incendio. Por otro lado, los tejidos ignífugos no generan aquellos peligrosos humos tóxicos de los que hablamos anteriormente.

Por último cabe recordar que el uso de tejidos ignífugos no se limita a espacios públicos, ya que pueden ser utilizados también en contextos residenciales, especialmente en la zona de la cocina o cerca de una chimenea.